Expedición Paine Grande RELOADED

ago 21

Despacho #9

Publicado a las 17:25
Despacho creado desde web
Hola a todos!!

Les contamos algo más del día de cumbre y del regreso, y van fotitos!
Primero que nada, nuestro paso por Puerto Natales fue notable, bien bañados, dormidos y alimentados en el Hostal Niko’s II, que ya es como nuestra casa. Disfrutamos de una hospitalidad y una bienvenida que no deja de asombrarnos, han sido días socialmente tan intensos como los de escalada que hace tan poquito dejamos atrás. Días también intensos gastronómicamente...hemos comido como cerdos!

Como recuento, tras montar nuestro campamento 2 en el plateau del Paine Grande a 2300 m, y construir una “fortaleza” para protegerlo de los vientos que azotan el lugar, llamamos a nuestro gran amigo Kiko, que nos dio una buena y una mala noticia, la buena, era que en el pronóstico se veían días que permitirían intentar la cumbre, la mala, es que el mejor día era el siguiente, así que “cagamos” con nuestro día de descanso y nos tocaba comer rapidito para alcanzar a dormir algo antes de partir a la cumbre.
Nos levantamos de madrugada, a las 3:00 h y a las 5:00 h ya estábamos rumbo a la cumbre.

Antes de iniciar la escalada debíamos atravesar el plateau superior, una travesía lunar en un paisaje surrealista de hongos, esculturas de nieve y escarcha iluminadas por la suave luz de la luna llena. Dos horas más tarde, una rimaya en la base del picacho somital marca el inicio de las dificultades, ahí, según habíamos planeado, recibimos la claridad del alba.

Los primeros largos de cuerda fluyeron rápidos y poco a poco ganábamos altura sobre un paisaje de ensueño que mezclaba los coloridos lagos y glaciares del Paine con los fiordos del Oeste, el Campo de Hielo Sur, la Cordillera de Sarmiento y por supuesto las Torres del Paine con su séquito de colosos de granito.
El hielo se empinaba poco a poco de unos 50 hasta 70 grados durante los primeros tres largos. Ya en la reunión, Sebastián nos hace saber de que no se sentía muy bien y lamentablemente tuvo que descender a través de algunos rapeles pero insistiendo en que debíamos continuar con la Pachi en nuestro intento, aprovechando la gran oportunidad que nos ofrecía ese día la Patagonia.
Al reanudar el cuarto largo se presentaron las primeras secciones verticales, muy breves, sólo una sinopsis de lo que nos esperaba.
Durante el quinto largo, superamos con la Pachi las secciones más exigentes, de hielo muy duro intercalado con hielo malo en secciones verticales que se sostenían hasta por una docena de metros. Superamos ahí también el punto alcanzado el año 2010.
Mientras tanto, abajo, Sebastián, ya recuperado disfrutaba de un magnífico safari fotográfico en el plateau del Paine Grande, disfrutando el atardecer en aquel lugar mágico. Además, decidió probar suerte en la cumbre central, la cual felizmente alcanzó a las 17:00 h.
Con Pachi nos encontramos en la quinta reunión ya caída la noche, rodeados por un paisaje de tonos suaves iluminados por la Luna que nos vio salir del campamento hace ya más de 12 horas.
El sexto largo aún guardaba secciones muy duras que superamos lentamente dado el cansancio acumulado, pero dada la calma de la noche no había cabida a la opción de renunciar. Estar donde estábamos en ese momento, constituía una oportunidad de valor incalculable y lo sabíamos muy bien. Seguir, aunque sea muy lentamente, era la única opción que nos permitiríamos.
Una nube envolvió la cumbre y pomposos copos de nieve comenzaron a caer, así con escasa visibilidad fuimos inventando el séptimo largo que saltaba del hielo duro a la famosa, etérea e inconsistente nieve que da fama a los hongos cumbreros de Patagonia. Una travesía con la que buscábamos llegar al filo y así evitar los flancos extraplomados del hongo cumbrero, finalizó en un punto ciego, en donde sólo quedaba rapelear, para seguir rodeando o progresar verticalmente superando una sección de ocho metros de escarcha mágicamente agregada y entrelazada en forma de pared.
Con los ánimos puestos en subir, cambiamos los tornillos por estacas, brazos, uñas y dientes y cuidadosamente ganamos esos pocos pero delicados metros, que dieron paso a una rampa de nieve que al poco andar nos llevó a un conjunto de hongos, uno de ellos, medio oculto hacia el norte, no destacaba entre los demás por su caprichosa forma, sino por que en su posición dominaba majestuosamente las alturas de toda la región de Magallanes. Era la cumbre, un pedazo de hielo como muchos otros pero que al mismo tiempo representaba la materialización de un sueño de muchos años, un sueño de muchos amigos que de un modo u otro dieron un paso que finalmente nos puso a nosotros en ese lugar, a pocos metros de la cumbre.
Cuando las nubes se rasgaban podíamos observar brevemente un paisaje mágico de montañas y agujas de granito iluminadas por la luz de la luna.
Una vez reunidos en el último anclaje, fue una grata sorpresa darnos cuenta que solo bastaba caminar para alcanzar la cumbre. Una vez ahí, más por cansancio que buscando una experiencia mística, me recosté de espaldas y brazos abiertos sobre la pequeña cumbre, mientras tenues nubes se creaban y desfilaban sobre mi frente a un telón de estrellas. Fue un breve e inolvidable momento de profunda paz.
A veces las coincidencias abren un espacio para volver a darle crédito a lo metafísico. Sin saberlo, en esos mismos instantes mi abuela dejaba este mundo, y exhalo su último aliento antes de que iniciáramos el descenso.
Aunque hubiésemos deseado permanecer ahí durante horas, el frío era intenso y debíamos comenzar los rapeles.
Llegamos a la cumbre a las 3:10 h de la madrugada del domingo 14 de Agosto, a 22 horas de dejar nuestro campamento, de las cuales 20 las pasamos en una pared tan sostenida que no nos dejó nunca sentarnos, y ni siquiera pararnos cómodamente sobre ambos pies, el mayor descanso consistía en hacer una terraza en el hielo para pararse sobre un pie o derechamente colgar del arnés.
Tras seis rapeles el amanecer nos encontró en la rimaya, bañados por periódicos mini aludes de nieve extremadamente liviana.
Con visibilidad nula y gracias al GPS, pudimos encontrar el camino de regreso al campamento, al que llegamos al medio día, tras 30 horas de actividad ininterrumpida, exhaustos pero profundamente felices. Sin embargo en ese momento el descanso, el agua, el saco de dormir y el cóctel de queso y chocolate que nos preparó Sebastián, eran lo más importante y lo más valioso del mundo.

Quiero agradecer a todos los que permitieron que este sueño se hiciera realidad, especialmente a los compañeros de cordada, quienes fueron un gran equipo y con quienes nos reímos y disfrutamos intensamente cada minuto de esta expedición.
También quiero agradecer a los gestores de la primera expedición, Rodrigo Jordan y Eugenio Guzman, los compañeros del año 2010, Manuel Bugueño, Viviana Callahan, Sofía Jordan, Constanza Eggling, Fernando Yañez, Marcelo Cruz y Felipe Vera.
Agradecer a Vertical que nos dio una gran ayuda económica creando y otorgándonos el nuevo “Premio Dagoberto Delgado” que buscará apoyar iniciativas deportivas que encarnen el espíritu de ese gran montañista chileno.
También debemos agradecer a Marmot, OR y Andesgear que nos apoyaron con equipo de primera línea que nos permitió resistir cómodamente las duras condiciones invernales de esta montaña.
Al Hostal Niko’s II, que está pensado para montañistas y que nos acogió gratuitamente incluyendo asados de despedida y bienvenida, realmente allí nos sentimos en casa.
También debemos agradecer el apoyo de la gente de CONAF, en particular de Guillermo Santana y Gonzalo Cisternas, al Gobernador de la Provincia de Última Esperanza Max Salas, a Rodrigo Becerra, Fernando Lucsic, Daniel Bruhin, a todos los amigos que con sus mensajes nos apoyaron en cada momento y especialmente a nuestras familias.

Sin más que decir los invito a disfrutar de las fotos, que las pueden ver visitando cada despacho o directamente la galería de fotos donde se muestran todas a la vez.
A este despacho agregamos una fotito con la descripción de la sección final de la escalada.

Muchas gracias a todos y hasta la próxima!

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